martes, junio 07, 2005

Otras tentaciones




Estaba allí.

Dentro. Insinuaba formas, sabores, aromas.

A medida que se quitaba envoltorio, aparecía su piel tostada.

Tostado, que solo cambiaba en sus extremos, en sus aberturas.

Uno apostaría que era brasileña.

No se podía oler.

Ni siquiera tocar.

Aún así, se le entendía claro al decir, tómame, disfrútame.

Estaba custodiada por cristales, el precio marcado.

Pero no, no la tomaría, no la disfrutaría.

Llegaba lo peor. Salir (insert coin), pasar bajo el rótulo nada discreto, luminoso, a rostro descubierto (insert coin).

Despacito, despacito, lentamente (insert coin), bajaba el telón.

Le esperamos de nuevo en el sex-shop, su sex-shop.