NO CULPABLE
Le doy un euro al Toguero y me entrega mi abrigo a cambio de la Toga.
Me siento cansado y satisfecho.
El veredicto favorable, deja a mi defendida llorando de alegría, me dice que se va fuera de Madrid, que sabe siempre estará en busca y captura, que la justicia gitana hace tiempo dictó pena de muerte y que esta sentencia no prescribe.